Oscar Müller Creel

  • Oscar Müller Creel
    Oscar Müller es Doctor en Derecho y tiene el grado de Maestro en Administración de Justicia y candidato a maestro en periodismo. Es originario de la ciudad de Chihuahua, México. Es colaborador en Radio Claret América de  Chicago Illinois, en temas de Derechos Humanos y Administración de Justicia y sus columnas de opinión se han publicado en el periódico Hoy del grupo Tribune Publishing Company de Chicago Illinois EUA, la cadena noticiosa Hispanic Digital Network de CISION, así como en el Heraldo de Chihuahua del grupo Organización Editorial Mexicana. Ha escrito libros sobre Derechos Humanos y Ética del Abogado, así como artículos científicos en Universidades de México, Colombia y España. Correo: [email protected]
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El oro mexicano.

Por Oscar Müller C. Oro, ese metal preciado que ha costado a la humanidad incontables vidas, que en los tiempos no muy lejanos, representaba la riqueza de las naciones. Cuando leí el libro “Hawai” del historiador americano James Michener, me llamó la atención un pasaje donde relata sobre una joven campesina secuestrada en el interior de China, que es trasladada a alguno de los puertos de dicho país y vendida como esclava, esto durante la segunda mitad del siglo XIX, lo que aquí quiero resaltar es que el autor del libro menciona que la operación, en aquel país al otro lado del mundo, se realizó en pesos mexicanos, literalmente se menciona así en la novela. ¿Cómo es posible que la moneda mexicana tuviese tal fuerza que sirviera de base para los negocios en el otro lado del planeta? Tal vez la explicación la pudiéramos encontrar en esa época de auge económico que vivió el país durante el período que es conocido como el Porfiriato, que comprendió desde 1876 hasta 1911, durante el cual, con algún interinato, fue presidente del país el señor Porfirio Díaz Mirón. México había sido un país en constante conflicto bélico desde su independencia en 1810, los grupos de poder luchaban constantemente por el control del país y, las potencias extranjeras provocaron dos invasiones: la invasión norteamericana en 1847 y la invasión francesa menos de veinte años después. La inestabilidad política tenía como consecuencia la falta de inversión y por ende de crecimiento económico. A Díaz le tocaron vivir tiempos de fuertes cambios en el mundo: La Revolución Industrial que había impulsados las fábricas a través del uso de maquinarias movidas por vapor, había vuelto obsoletas las actividades como la molienda, los telares y otras que se desarrollaban a través de maquinaria impulsada por elementos de la naturaleza como el viento o las corrientes de agua que eran inconstantes, para encontrar una fuerza segura derivada de la energía del vapor que potencializó las capacidades de producción. De esto derivó el fenómeno del nacimiento de una nueva clase social: hasta entonces la humanidad había sido eminentemente agrícola y comercial, pero el nacimiento de centros fabriles trajo como consecuencia que la gente se trasladara a estos, en busca de una vida mas segura que no estuviese sujeta a las variantes propias de la agricultura y nació así la clase obrera, que empezó a exigir sus propios espacios. La primera etapa de la dictadura porfiriana se presenta entre 1877 hasta 1890, en esta se logra la estabilidad en seguridad y la creación de una identidad nacional, lo primero debido a una política de mano dura en la que el ejército y las policías rurales tuvieron una fuerte injerencia en la persecución y ejecución sumaria de personas o grupos considerados delincuentes; no había mucha consideración, las herramientas como la ley fuga, los trabajos forzados y las deportaciones, se utilizaban tanto para combatir a los delincuentes como a los enemigos políticos. Sobre esto llamo la atención del lector al testimonio Shepperd, que, en su libro “El Magnate de Plata”, nos relata como de la mina de Batopilas, enclavada en lo profundo de la Sierra Tarahumara, salían recuas de decenas de mulas cargadas de plata y otros minerales valiosos y durante días viajaban tranquilamente por una de las zonas montañosas mas quebradas del país, vigiladas solo por unos cuantos guardias. En cuanto a la identidad nacional, esta se reflejó en dos aspectos principales, el impulso a la educación y la creación de una Historia a través de estudios académicos y de campo con la arqueología, exaltando las culturas prehispánicas. En el aspecto histórico destaca la obra “México a través de los Siglos” que tuvo una gran difusión y fue la base para la creación de una identidad nacional con un conocimiento de las poblaciones originarias y sus culturas y la identificación de héroes como Hidalgo, Morelos, Allende o Iturbide. La expansión cultural trajo conceptos como la charrería o el mariachi, que son ahora representativos de ese México creado durante esta etapa. Las comunicaciones se expandieron sobre todo mediante la creación de un eficiente sistema de correos, la telegrafía y líneas ferroviarias, así como las escuelas y hospitales. Era necesaria la inversión para hacer crecer al país y, ante la falta de capitales nacionales, se abrió la puerta a la inversión extranjera, lo que provocó una fuerte expansión económica. Ciudades como Monterrey, la Región Lagunera, Guadalajara y la propia Ciudad de México, fueron centros de migración del campo que buscaba la ocupación en las fábricas y diversos centros de trabajo recién creados, con los consecuentes conflictos sociales, que se extendieron hacia el campo donde la creación de latifundios con fuerte explotación de los campesinos, principalmente por el sistema de tiendas de raya que obligaba al trabajador a permanecer en la fuente de trabajo permanentemente por las deudas creadas, provocando también inconformidad social. La época porfiriana, trajo crecimiento económico y cultural a nuestra nación pero no estuvo exenta de los vaivenes sociales y las injusticias propias de los tiempos y por eso tal vez Michener, cuando plantea una operación en China, con pesos de oro mexicanos, no estuviera tan equivocado.